La nueva ley de fármacos en Chile
Luego de 5 años de discusión en el congreso, por fin le darán luz verde al proyecto con la firma del presidente.
Este 16 de enero de 2014, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, junto con el ministro de Salud, Jaime Mañalich, promulgaron en el Instituto de Salud Pública la nueva Ley de Fármacos.
Esta inciativa, que demoró cinco años en ser tramitada por el Congreso, busca garantizar a la población el acceso a medicamentos en forma oportuna, con calidad comprobada en términos de eficacia y seguridad.
Palabras del Presidente Sebastián Piñera referente a la ley de fármacos:
Este 16 de enero de 2014, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, junto con el ministro de Salud, Jaime Mañalich, promulgaron en el Instituto de Salud Pública la nueva Ley de Fármacos.
Esta inciativa, que demoró cinco años en ser tramitada por el Congreso, busca garantizar a la población el acceso a medicamentos en forma oportuna, con calidad comprobada en términos de eficacia y seguridad.
Palabras del Presidente Sebastián Piñera referente a la ley de fármacos:
Palabras de S.E el Presidente de la República, Sebastián Piñera, al promulgar nueva Ley de Fármacos
Santiago, 16 de Enero de 2014
Muy buenos días:
Escuché con mucha atención las palabras del ministro de Salud, y quiero recordar la conversación que tuvimos hace ya cuatro años, cuando le planteé al ministro Mañalich la opción de ser ministro, le pedí que planteara un diagnóstico y un plan de acción, y recuerdo perfectamente bien cuando compartimos ese diagnóstico. Era un diagnóstico extraordinariamente desafiante, apremiante e incluso angustiante, porque teníamos problemas por todas partes. Sabíamos que el terremoto del 27/F había destruido casi un tercio de nuestra infraestructura de salud. Pero ese no era el único terremoto, venían muchos más incubándose desde hacía mucho tiempo. Por de pronto, la obsolescencia del resto del sistema de hospitales de nuestro país, que se había construido básicamente en la década de los 50 y los 60, y estaba alcanzando su vida útil.
Pero eso no era lo más preocupante. Lo más preocupante eran otras cosas que eran parte de la cultura y la evolución de la sociedad chilena, una sociedad en que la natalidad estaba disminuyendo en forma muy rápida y la expectativa de vida estaba creciendo en forma muy rápida, lo cual se traducía en una población que iba envejeciendo. Y todos sabemos que los problemas de salud de una población que envejece, son distintos, más apremiantes y más graves que el de una población que se mantiene joven.
Las enfermedades crónicas, como la diabetes, como la hipertensión, como las enfermedades cardiovasculares, como las enfermedades degenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer, afectan con mucha mayor fuerza a una población envejecida que a una población joven. Y son enfermedades crónicas, que ya no se pueden sanar, pero sí se deben intentar curar, mantener, proteger. Y, por tanto, era un desafío gigantesco. Y a eso agregábamos que teníamos déficit en muchos frentes. Sabíamos que teníamos 3 mil a 4 mil médicos especialistas menos que los que el país requería.
Pero frente a esa enorme situación y desafío, pusimos en marcha una profunda reforma a la salud. El doctor Mañalich dice que el juicio de la historia viene 15 años después. Pero yo quisiera ayudar a esos jueces, tratando hoy día de poner un téngase presente, que lo vamos a presentar, si estamos vivos, en 15 años más, ante ese tribunal de la historia.
Porque la verdad es que nos hicimos cargo de ese diagnóstico, no era simplemente diagnosticar para angustiarnos o simplemente lamentar la situación, era diagnosticar para cambiar el curso de la historia.
Y yo creo francamente, y aquí quiero felicitar y agradecer el liderazgo y la fuerza del ministro Mañalich y de todo su equipo para liderar y encabezar este cambio profundo. Porque, por cualquier parámetro que se mida, yo siento que hoy día el sistema de salud, tanto público como privado de nuestro país, ha cambiado sustancialmente y para mejor.
Voy a dar un breve balance, para justificar ese cambio, no sólo para el tribunal de la historia, sino que para que nuestros compatriotas hoy día sepan lo que hemos hecho y, por tanto, sepan cómo acceder a muchos beneficios que estos cambios han ido generando.
En primer lugar, partiendo por lo más doméstico, sabíamos que esto iba a significar una enorme inversión de recursos, y por eso desde el primer día nos planteamos, y tuvimos que discutirlo con el ministro de Hacienda, que el presupuesto de salud iba a crecer muy fuerte, más rápido que el resto del presupuesto. Y, de hecho, el presupuesto de Salud era de 7 mil millones de dólares el año que asumimos, y este año está superando los 10 mil millones de dólares, es decir, 42% de crecimiento en cuatro años, promedio, 10% al año, el doble de lo que ha crecido el resto del sector público.
Y, por tanto, no solamente el presupuesto de salud ha crecido porque crece el gasto público y crece el país, ha crecido en forma especial porque era una prioridad especial de nuestro Gobierno.
Habíamos comprometido 10 nuevos hospitales, pero rápidamente el terremoto cambió ese diagnóstico y nos exigió ir mucho más allá de esos 10 nuevos hospitales. Hoy día ya hemos construido, terminado y están al servicio de la comunidad, 24 nuevos hospitales, los últimos dos los inauguramos hace muy poco tiempo, el Hospital de Maipú y el Hospital de La Florida, que se sumaron a los hospitales de Arica, Tocopilla, Coquimbo, Isla de Pascua, Los Andes, Santa Cruz, Hualañé, Corral, Cañete, Temuco, Osorno y Punta Arenas, además de nuevas etapas en el Hospital de Copiapó, Las Higueras, de Talcahuano y los hospitales de construcción acelerada, a los cuales recurrimos debido al terremoto, en San Antonio, Curicó, Chillán, Cauquenes, Parral, Félix Bulnes y Talca Interno y Externo. Ahí están esos 24 hospitales, individualizados uno a uno, para que el que quiera fiscalizar o quiera verificar, lo pueda hacer con sus propios ojos.
Pero además de eso, hay 16 hospitales adicionales que están en pleno proceso de construcción. Muchos de ellos los vamos a poder inaugurar antes del 11 de Marzo, el Hospital de Puerto Montt, Rancagua, el Traumatológico de Concepción, que está prácticamente listo, los Hospitales de Antofagasta, Calama, la segunda etapa del Hospital de Copiapó, el Hospital de Salamanca, Talca, Laja, Pitrufquén, Lautaro, la Posta Central, el querido Exequiel González Cortés, que es un compromiso que yo tenía con mi hija, que es médico, Puerto Aysén, el Gustavo Fricke, en Valparaíso. Es decir, 40 nuevos hospitales se han agregado a nuestra red.
Y además de eso, vamos a dejar 28 hospitales en distintas etapas de su planificación, de los estudios de arquitectura, de ingeniería, los procesos de licitación, entre ellos, los hospitales de Casablanca, Collipulli, Curacautín, Lonquimay, Río Bueno y La Unión.
Y, por tanto, son 68 nuevos hospitales que se incorporan a nuestra red de salud, a nuestra red pública de salud. Y todos ellos son hospitales públicos, todos ellos son hospitales administrados por el sector público, gratuitos para la población y que van a servir y atender a la gente que necesita de la atención pública para poder mantener, cuidar y proteger su salud.
Esto es realmente un cambio notable. Antes tomaba un siglo construir 68 hospitales y, por lo tanto, éste es un gran avance, que era absolutamente necesario. Pero digo de inmediato, al mismo tiempo de ser absolutamente necesario, sabemos que no es suficiente, que el problema de la salud en Chile no es solamente un problema de infraestructura hospitalaria, que los problemas eran mucho más amplios y mucho más profundos.
Por eso también nos hicimos cargo de lo que tiene que ver con la infraestructura de la salud primaria, construyendo, ya están construidos, entregados y en pleno funcionamiento, 63 nuevos consultorios, y hay 56 más en obras. Lo cual significa 120 nuevos consultorios en todas las regiones de Chile, además de 35 nuevos Sapus y 25 nuevos Servicios de Urgencia Rural.
Eso en lo que se refiere a la infraestructura.
Pero además de ello, también nos dimos cuenta de que el Plan Auge tenía que seguir creciendo. Y por eso incorporamos 24 nuevas patologías a las garantías Auge, pasando de 56 a 80 las patologías cubiertas por las garantías Auge, especialmente aquellas que eran las más urgentes, las más necesarias y muchas veces las más comúnmente demandadas.
Pero era también necesario avanzar en el campo de la libertad de elección. Por eso establecimos la libertad de elección para todos los pensionados de Fonasa, que puedan elegir, a través de la modalidad de libre elección, los médicos y las instituciones de salud que los atienden. Y recientemente hemos ampliado esa libertad de elección a todos los chilenos y chilenas que están en Fonasa, porque no todos tenían derecho a la libre elección, había más de tres millones de chilenos, 3,2 millones, para ser exactos, que pertenecían a lo que se llama “Fonasa A”, que no tenían libertad de elección.
Y con la propuesta que hemos hecho, van a tener libertad de elección y van a poder, en consecuencia, no por el hecho de recibir ayuda del Estado verse restringidos en sus libertades, y siempre tendrán la opción, por supuesto, de atenderse en el sistema público de salud.
Dictamos la Ley de derechos y deberes de los pacientes, tan necesaria para que los pacientes sepan que tienen derechos y que los deben exigir, pero que también tienen deberes que los deben cumplir.
Y establecimos un bono al personal de salud por el buen trato al usuario, para ir construyendo una verdadera cultura de atención digna, cariñosa, oportuna y eficaz a nuestros pacientes.
Y aquí quiero hacer un homenaje y un reconocimiento a esos miles y miles de hombres y mujeres, principalmente mujeres, que trabajan en el sistema público de salud. Yo en cada una de mis 220 giras por el país, siempre intento recorrer y visitar los hospitales y los consultorios, y veo el trabajo abnegado, sacrificado que hacen todas y todos los que trabajan en nuestro sistema de salud.
Además de eso, terminamos con las listas de espera AUGE, había 380 mil personas en lista de espera AUGE, aun cuando la ley establecía por garantía que no podía haber lista de espera, porque era una atención que tenía garantía de oportunidad, garantía de calidad y garantía de financiamiento. Pero lo importante no es lo que dicen las leyes, lo importante es lo que pasa en la realidad, y por eso eliminamos las listas de espera AUGE.
Es verdad, algunos, 50 mil personas, no debían haber estado en esas listas, porque su problema ya estaba resuelto o habían duplicaciones, el resto recibió una atención que le permitió resolver su problema, y aquí el desafío es mantener las listas de espera AUGE bajo control, porque muchas veces uno elimina una lista y al poco tiempo la lista reaparece, e hicimos una disminución muy significativa en las listas de espera por enfermedades no AUGE.
Enviamos el proyecto de ley que crea un plan garantizado de salud para la salud privada, que no discrimina ni por sexo, ni por edad, y que permitía, en consecuencia, establecer que este plan garantizado de salud llegase a todos y cada uno de los chilenos y chilenas. Ese plan todavía está en el Congreso, y ha tenido ciertas dificultades.
Establecimos, como dijo el doctor Mañalich, algo que para la salud es mucho más importante de lo que la gente cree, el extender el posnatal de tres a seis meses y el ampliar su cobertura, que antes llegaba a una de cada tres mujeres, a todas las mujeres trabajadoras de nuestro país, es quizás el cambio más profundo que hemos hecho en la salud, porque esos primeros seis meses, lo dicen los estudios médicos y científicos, pero lo saben las madres y los padres por intuición y por sabiduría natural, son meses decisivos en la formación y evolución de la salud mental, física y emocional de ese niño, y nadie mejor para estar al lado de ese niño, durante esos primeros seis meses, que su madre y su padre.
Adicionalmente, eliminamos el descuento del 7% de salud que afectaba a más de un millón de pensionados, lo cual significó un alivio y una mejor pensión para ese millón de personas.
Y está en el Congreso el proyecto de ley que elimina el descuento del 6% que todavía afecta a los pensionados de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, y que es un compromiso de este Gobierno también terminarlo para poder también darle a los pensionados de nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, esa ayuda, ese alivio, que sin duda, lo necesitan y lo merece.
Aumentamos de 1.200 a más de 4 mil la capacidad de nuestro sistema de formación de médicos especialistas, en cuatro años, porque yo escucho a muchos que critican la falta de médicos especialistas, y tienen razón, faltan médicos especialistas. Pero ¿por qué faltan médicos especialistas? Porque la sociedad chilena no tenía ni la capacidad de formarlos ni tampoco la capacidad de destinarlos a los lugares donde eran más necesarios. Y los pocos médicos especialistas que formábamos, al poco andar estaban en el sector privado y en la capital, y no en el sector público y en las regiones, que es donde más se los necesita. Y todos sabemos que un médico especialista no se compra en una farmacia, requiere por lo menos 3 años de formación y cuesta, en promedio, cerca de 100 millones de pesos al Estado la formación de cada uno de esos médicos.
Estamos formando 4 mil médicos más, ese programa extraordinario y especial de un poco más de 400 médicos que quedó en marcha, financiados y, por tanto, nos va a permitir aspirar a que en un plazo de tiempo que lo medimos entre 3 y 4 años, nuestro país va a tener los médicos especialistas que requiere, de acuerdo a los estándares internacionales.
Pero además de eso, creo que hay algo también muy importante, el reconocer que más allá de los hospitales, los consultorios, los médicos, los especialistas, el principal responsable de la salud de cada uno de nosotros, somos nosotros mismos, y que siempre es mejor prevenir que curar. Y desde ese punto de vista, había otro terremoto, que se venía incubando y creciendo como un verdadero tsunami, que eran los malos hábitos de salud que teníamos los chilenos. Nos alimentábamos muy mal, mucha grasa saturada, muchas sales, muchos azúcares, poca fruta, verdura, pescados, poco consumo de agua; no practicábamos deportes, éramos sedentarios, y esa combinación era letal. Como se empezó a manifestar en los indicadores de hipertensión, de diabetes, cardiovasculares, de obesidad.
Y, por tanto, decidimos tomar el toro por las astas e intentar un cambio cultura, para que todos tomemos conciencia que somos nosotros los principales responsables y los principales guardianes de nuestra propia salud.
Y así nació el programa Elige Vivir Sano, con cuatro pilares: cambiar la cultura en la alimentación, cambiar la cultura en materia de practicar deportes, y también revalorizar el valor de la familia y del medio ambiente.
Y ayer conocimos una encuesta que muestra que el programa Elige Vivir Sano ya está cambiando la cultura y los hábitos, y está penetrando en el alma y en el corazón de nuestros compatriotas, que es la única forma de producir un cambio cultural.
Pero además de eso, había un tema que era de vital importancia, que es lo que hoy día nos convoca, que era el grave problema de los medicamentos. Y no solamente porque los medicamentos son caros, porque requieren mucha investigación, mucha tecnología, mucha ciencia, mucha inversión, sino que además porque el sistema en Chile no estaba funcionando bien y había conductas que eran inaceptables de parte de los laboratorios, de parte de las farmacias y no tengo para qué recordar lo que está hoy día en la justicia, cuando se ponían de acuerdo para sistemáticamente, en forma coludida, alzar los precios, y ahí había concomitancia, y eso lo dicen los tribunales, no solamente este Presidente, entre farmacias y laboratorios.
¿Y quién pagaba el pato de esa conducta? Millones y millones de chilenos. Pero no cualquier chileno, porque los que más se veían afectados eran los que más necesitaban de medicamentos, que normalmente son los enfermos crónicos y los adultos mayores, que tenían que destinar, como dijo el doctor Mañalich, una parte muy alta de sus ingresos, y muchas veces simplemente no lo lograban hacer, para poder tener acceso a un medicamento que les iba a permitir mantener bajo control una enfermedad crónica.
Por eso es que nos planteamos en forma muy decidida y con mucha fuerza, luchar contra grupos de interés, contra grupos de presión y poner por delante el interés de la gente.
Y de esa forma logramos, a través del proyecto de ley que hoy día estamos promulgando, y quiero aquí agradecer y apreciar el aporte, la ayuda, la contribución que hicieron, naturalmente los diputados y los senadores, la mayoría de los diputados y senadores, para hablar con franqueza, a que este proyecto pudiera por fin ver la luz del Sol. Muchos creyeron que se iba a quedar en el camino.
¿Y en qué consiste este proyecto? Es muy simple. Sabemos que la mitad de la población mayor de 45 años en nuestro país, tiene al menos una enfermedad crónica, lo cual los obliga a consumir medicamentos en forma permanente y de por vida.
Sabemos que cada chileno adulto toma, en promedio, 2 medicamentos diferentes cada día, cifra que se duplica a 4 cuando superan los 65 años de edad.
Y esta dura realidad, que ya es dura de por sí, por la enfermedad, por el tratamiento, tenía un correlato en el impacto que tenía sobre el bolsillo y las finanzas y, en consecuencia, la calidad de vida de esos compatriotas. Pero con especial fuerza, e incluso crueldad, en los chilenos más vulnerables, que de acuerdo a los estudios destinan, en promedio, casi el 60% del presupuesto a adquirir medicamentos que les permitan sobrevivir.
Eso era algo doloroso, pero también inaceptable, porque todos sabíamos que se podía cambiar, pero que el cambio iba a requerir enfrentar enemigos poderosos, inteligentes y, a veces, muy persuasivos.
Afortunadamente, en este caso la persuasión fue más fuerte de parte del Gobierno, del Ministerio de Salud e incluso los parlamentarios, y logramos llegar al punto en que hoy día podemos promulgar esta ley.
Porque esa realidad se agravaba cuando considerábamos que hay 90 comunas en nuestro país que no tienen ni una sola farmacia. ¿Qué respuesta le estábamos dando a esos chilenos? Porque en esas comunas también viven chilenos mayores de 45 ó mayores de 65, que también necesitan comprar periódicamente sus medicamentos.
Y, en consecuencia, ese déficit de farmacias, que era en algunas partes total, también se extendía a casi todo el resto de las comunas, cuando había que enfrentar la carencia, ausencia o déficit de farmacias de turno.
Y por eso teníamos que agregar además que el mercado de medicamentos había demostrado, a través de muchas conductas, ser poco competitivo y ser poco transparente, y además la legislación tenía vacíos legales y regulatorios, que son los que hemos intentado subsanar. Por ejemplo, ¿cómo se puede permitir la legislación que se le pague incentivos a los dependientes de las farmacias, para que favorezcan la venta de un medicamento y no de otro, en beneficio de la farmacia y no en beneficio del paciente? Eso era algo que la ley permitía y que hoy día está estrictamente prohibido.
En otras palabras, junto al drama y el dolor propio de la enfermedad, estábamos incorporando un segundo drama de carácter económico, que muchas veces significaba una catástrofe total para muchas familias.
Y por eso planteamos cambiar todo lo que era necesario cambiar, para que esa situación fuera parte de la historia, del pasado y no siguiera angustiando a nuestros compatriotas.
Y para eso se planteó esta nueva ley, que ha requerido muchos cambios, no solamente legales, también regulatorios, entre los cuales destaco la creación de la Agencia Nacional de Medicamentos y Bioequivalencia. A la fecha, esa Agencia ha logrado establecer la bioequivalencia de 327 fármacos, y vamos a llegar a más de 3 mil en los próximos meses.
Y de esa manera, lo que estamos haciendo es, sin duda, aumentando la información y la transparencia que nos permite, en consecuencia, tomar otras medidas. Éstos son fármacos, los que han sido ya establecidos su bioequivalencia, que son de amplio uso en la población y normalmente están asociados a enfermedades crónicas, como les mencionaba, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, depresión, cánceres, y muchos otros.
Y estamos trabajando aceleradamente para que esta Agencia sea reconocida por la Organización Panamericana de la Salud. De esa forma vamos a lograr que los medicamentos que esta Agencia certifique, también se les reconozca esa calidad en el exterior, lo cual va a potenciar nuestra propia industria de medicamentos.
También hemos mejorado los paquetes farmacológicos, para tener un paquete con precio razonable para 56 de las 80 enfermedades cubiertas o protegidas por las garantías AUGE.
El año pasado incorporamos 11 nuevas patologías, la cuales también requieren ese paquete farmacológico, como fue el caso, por dar un ejemplo, de lupus, y a ustedes probablemente eso les ha cambiado para mejor su vida, hipotiroidismo, trastorno bipolar, por mencionar solamente algunos.
El ministro se refirió al tremendo impulso, reforma y cambio que ha experimentado la Cenabast, para que cumpla su labor y no para que, como ocurría en el pasado, almacenara medicamentos que muchas veces se descomponían o estaban infectados por fecas o restos de ratones y que, posteriormente, terminaban en las bocas de nuestros enfermos.
Adicionalmente, hemos creado el Fondo Nacional de Medicamentos, que fue inspirado por la labor y por la cruzada que encabezó Ricarte Soto, y que fue recogida por el ministro de Salud, y hoy día tenemos un Fondo Nacional de Medicamentos en la Ley de Presupuestos, por 18 mil millones de pesos, que nos va a ayudar a financiar esos tratamientos que padecen algunas personas, que son normalmente enfermedades poco comunes, pero de alto costo y de alta complejidad.
Y, por otra parte, la nueva Ley de Fármacos que vamos a promulgar hoy día, que busca una cosa tan simple, como que la gente pueda acceder con mayor facilidad, con mayor seguridad y a menor costo a los medicamentos que necesita para proteger su salud.
Y de esta forma, esta ley que promulgamos hoy día, después de años de tramitación, y quiero destacar y reconocer el empuje, el compromiso y la fuerza que puso en esto el ministro Mañalich, que no se dejó quebrar por ningún obstáculo, ni por ninguna dificultad y, como el Quijote de la Mancha, enfrentó todos los molinos de viento que le tocó enfrentar. Y gracias a ello, a partir de ahora, los médicos, los dentistas o las matronas, cuando tengan que prescribir un medicamento, no solamente podrán poner el medicamento de marca, sino que estarán obligados a colocar también, además de la marca, el nombre genérico de ese medicamento, de forma tal que además, cuando cuenten con la certeza de la bioequivalencia y el precio impreso en los envoltorios, el paciente sepa inmediatamente, que si tiene el mismo efecto terapéutico y tiene un costo que puede ser diez, doce, veinte veces menor, sepa por dónde ir.
Esto es un cambio copernicano en la industria de medicamentos y en la facilidad y costo del acceso a esos medicamentos para nuestros enfermos y nuestros pacientes.
Aquí dábamos un ejemplo, pero, por ejemplo, una caja de alprazolam cuesta 11.556 pesos, si es un medicamento de una marca, pero cuesta 540 pesos en otra marca que tiene bioequivalencia, es decir, el mismo efecto terapéutico. ¿Cómo puede tolerarse una situación de esta naturaleza?
La verdad era porque había fuerzas oscuras que impedían a la gente tomar conciencia, y como la persona no sabía y quería proteger su salud, tenía que pagar 11.500 pesos, veinte veces más que lo que debía pagar por otro medicamento, que tenía exactamente el mismo efecto terapéutico.
A partir de hoy día eso desaparece, porque las farmacias están obligadas a tener no solamente los medicamentos de marca, sino que también los bioequivalentes, y en las cantidades que se necesitan y con los precios publicados en sus envases.
La nueva ley obliga también a las farmacias a disponer de todos los medicamentos bioequivalentes que hayan sido aprobados por el Instituto de Salud Pública.
Y quiero advertir que el viejo truco de tener una sola unidad del bioequivalente no va a funcionar. Y ahora yo le pido a las farmacias que en beneficio de todos los chilenos, pero también pensando en su propio futuro y subsistencia, que van a tener que cumplir, y de buena fe y con buen espíritu, la letra y el espíritu de esta ley.
Pero la nueva ley no se queda solamente ahí, porque también establece la venta de medicamentos que no requieren receta médica, en las góndolas, para facilitar el acceso, como ocurre en todas las grandes economías del mundo.
Y se trata, naturalmente, de medicamentos que no requieren receta médica, que son normalmente para cuadros simples y de corta duración, como resfríos, diarreas, leves molestias estomacales o musculares, antigripales, antiinflamatorios, jarabes, etc.
Pero también la ley se hace cargo de otro problema, que a uno normalmente el médico le receta un medicamento por tantos días, tantas dosis al día, uno requiere diez unidades, va a la farmacia y la disponibilidad más pequeña, del punto de vista del envase, puede ser el doble o el triple, y uno tiene que comprar dos o tres veces más, pagando dos o tres veces más, pero además, con el peligro que esos medicamentos que quedan como residuales significan frente a un eventual mal aprovechamiento. Y, en consecuencia, esta ley se hace cargo de ello y permite la venta fraccionada, para que uno compre exactamente lo que realmente necesita.
Y junto con ello, en aquellos lugares donde no existen las farmacias establecidas, se autoriza la venta de remedios a través de farmacias móviles, a través de almacenes farmacéuticos, y en caso que estos servicios no lleguen o no existan, se autoriza su venta también en consultorios y hospitales.
Ustedes ven que el cambio que se ha producido en nuestra salud, ha sido un cambio profundo, significativo y que, indudablemente, era algo absolutamente necesario, urgente. Pero una cosa es que sea necesario y urgente, y otra cosa es que hayamos tenido la voluntad y también la capacidad de asumir este tremendo desafío, enfrentando a intereses y grupos muy poderosos. Pero esta vez ganaron los buenos, y hemos logrado que esta ley no se quedara durmiendo en el Congreso.
Y quiero hacer un recuerdo, yo en mis tiempos de senador presenté un proyecto de ley que buscaba estos mismos objetivos, la venta fraccionada, la obligación de publicar los bioequivalentes y, por tanto, crear la Anamed, y simplemente ese proyecto de ley nunca pudo ver la luz del Sol.
Y por eso, termino estas palabras diciendo que esto ojalá sea reconocido por ese tribunal de la historia, del cual nos hablaba el ministro Mañalich.
Pero eso no es lo más importante, yo sé que está siendo reconocido por millones y millones de nuestros compatriotas, que hoy día saben que cuando tengan un problema de salud y estén vulnerables y estén débiles, y es cuando más necesitan esa mano solidaria, cariñosa, que los trate con dignidad y los ayude a resolver sus problemas de salud, hoy día tenemos un sistema de salud en nuestro país que, sin duda, es mucho mejor que el que teníamos hace cuatro años, pero que no es todavía el que necesitamos para el futuro.
Así que espero que la futura Presidenta, que además es doctora, pueda continuar con esta gran obra.
Muchas gracias.
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